Que dura es la caída. Subo por el muro con mis alas mojadas. Mis tres alas, sentimiento, razón y imaginación, están empapadas por la lluvia que cae. Mis manos se agarran a la piedra húmeda, me agarro a lo físico. La roca resbaladiza se agrieta a mi paso. Veo a lo lejos la cumbre, el sol y las dulces praderas de una felicidad perdida en una partida de cartas con el destino. Entonces la roca, parte física, se desquebraja en un sin fin de excusas y guijarros. Caigo en un lamento de que todo ocurre por mi bien. Empiezo a pensar en el dolor del golpe contra las afiladas piedras del fondo del acantilado. Las piedras de la soledad y del olvido. Imagino los años que pasaran asta que aya secado mis alas y curado mis heridas. Heridas que ya se producen en mi caída, por que los guijarros de culpabilidad y desprecio se me clavan en toda mi piel y con especial devoción en mi corazón. Pienso y veo acercarse el oscuro fondo, el fin se acerca pues después del golpe poco quedara por hacer.
Pero nunca se cae del todo si hay amigos cerca.
De los laterales del abismo salen manos y lazos y me sujetan, la caída se detiene lentamente y al abrir los ojos allí les veo. Están todos ellos, mis amigos, mis familiares, mis hermanos. Con las manos han construido un refugio en el acantilado. Me tienden vendas para mis heridas y mantas para secar mis alas. En el refugio hay comida para meses pero no solo para mi, sino también para ellos. No se marcharan hasta verme volar por las verdes praderas. Y empiezan alentarme para que mis heridas cierren y mis alas se sequen antes. Me dan su apoyo y un calor que hace desentumecer todos mis músculos y reavivar mi corazón.
Por muy dura que sea la caída nunca golpeas el suelo, ellos están para aunque sea amortiguar el golpe.
Si algún día ellos caen por un abismo, volare con mis alas o bajare con mis manos y ayudare en su subida, palabra de, ahora, un simple ángel de abismo.
P.D.: esto va dedicado a mas de un par de oidos que me soportan mucho mis cosas. gracias a todos por estar ahi