10/8/09

Mi nombre es...pero puedes llamarme Duir.

Mi nombre…no tengo nombre, pues tú te lo has llevado. Te llevaste mi nombre y solo me queda mi nombre de guerra, así que llamadme Duir.

He vivido mucho en estos días, meses, años, décadas y cuartos de siglo. Pero he descubierto, amor de las personas a quienes llamamos familia. La amistad transformada en algo más, en hermanamiento. El amor, el desamor, son solo etapas pasadas. El amor, es una locura insana y mortal, que me sienta tan bien. Que sin ti, me siento tan perdido, tan sin ganas de nada. Que solo una simple llamada puede hacer brotar fuego, en lo más profundo de mi corazón.

He vivido, no demasiado, pero lo suficiente. Pero siempre es bueno recordar, recordar la infancia, el comienzo de las cosas. Si no lo olvidas veras siempre, como ha crecido una planta, un árbol, tu árbol. Por dentro, consumiendo cada recuerdo en sus ramas, en sus raíces alimentándose de sueños y de momentos alegres. Fortaleciendo su corteza con cada momento duro o triste.
Convirtiéndose en algo tan grande, que puedes tumbar tu espíritu a su sombra y descansar y ponerte a recordar lo que lo hizo así. Recordar todo, cada segundo o gota que lo hizo fuerte.
Allí, padre, madre hermanos y hermanas, sanguíneos o no, os esperare, con un libro, buena música de fondo, un cuaderno de colores, como antaño, y mi boli. Allí te esperare siempre amor, ya que tienes un hueco a mi lado bajo este roble.

Pues da igual las tormentas que venga del exterior o el interior de nuestras casas, allí siempre estaremos seguros.

Y eso va dicho a todos aquellos que me leéis, o no, que me conocéis, tenéis un sitio guardado para refugiaros de lo que sea, solo, venir y contarme que pasa. No por cotilleo, sino, porque puede que os pueda ayudar, quien sabe…

Y mientras, bajo el roble, estaré esperando y pasando esta vida. Solo llamadme si necesitáis. Me llamo Duir, aunque podéis llamarme Guille.

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