4/12/13

El cubiculo

Se nos a adoctrinado, que esta es la única solución. Que este es el único final posible. Adecuaros a las normas adaptaros al sistema. Solo así seréis felices.
Pero, yo me pregunto ¿por qué? Es decir, si somos piezas del sistema, solo eso. Se nos usa se nos moldea y reúsa, si no les interesamos solo somos números en listas, nada más. Pero,¿ y si somos más? ¿Y si el sistema se equivoca? ¿Y si los que lo conforman se equivocan? Todo se vendría abajo. Si sería nuestra infelicidad, seria sufrir, pero quien sufriría más, los que poco tienen, o por el contrario los que más tienen. Es por eso que este sistema no para de recordarnos, cuando nos usa en su beneficio propio, que tenemos suerte de poder hacer algo por el, que debemos dar gracias, que podía ser peor. Cuanto mal se hace en nuestra época con el” podía ser peor”. Cuantas tropelías infames se tapan con la vomitiva manta del “no te quejes, al menos puedes…”. Mientras encerrados e cubículos, en las calles, hacemos las tareas que ellos no quieren como peones, para que sus bolsillos se engruesen mas con las monedas de plata, mientras estos peones caen en la guerra diaria.
Pero, ¡Eh, no puedo quejarme! Al menos estoy en el sistema.
Yo ya no quiero que el sistema caiga, no. Quiero que les explote en sus narices de cerdos avaros.

Pero, hasta entonces ¿un té?

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