23/7/08

Acero, trabajo duro...



La noche cae sobre mis ojos cálida y sedienta de algo mas. Veo el fondo de la calle oscura, el letrero de un prostíbulo. Mi humilde trabajo, detective y asesino a sueldo, me obliga a visitar estos lugares. Llevo mis pantalones marrones con mi chaqueta vieja del ejercito, encima una larga gabardina, dentro de ella llevo mi katana de las fuerzas especiales. El portero me deja pasar tras sobornarle con 200 dolares, de parte del cliente.

Como se podía esperar este sitio esta lleno de fulanas y adinerados hombres de negocios, ademas de los chulos de estas primeras. Es fácil distinguir a estos chulos, con sus abrigos de cuero, espadas curvas, lisas, con mil ondulaciones o micro-katanas. Con sus colgantes de oro, o de falso oro, con sus nombres cuanto mas grandes mejor.

Vengo a por un chulo y un cliente en especial, cada uno es un trabajo diferente.
El primero es sencillo, entrar en el privado, pedir a la señorita que se tape los ojos y salga, y degüellar al cerdo. El tío es un violador encubierto en trajes de seda, y para que no digan sus compañeros viene a sitios como este. El otro, es otro mas trabajo.

Un diestro con la espada, miembro de las fuerzas de asalto de corea de alguna república satélite de los estados de la unión ahora es simplemente asesino. El tío lleva mas de tres años escapando y matando por doquier. La orden era clara, encontrar y destruir, sea quien sea quien lo haga y sin depender de los riesgos. El dinero me vendrá bien, algún lujo nunca viene mal en estos tiempos.

Lo encuentro abajo con dos coreanas bebiendo, futuras victimas sin duda. Sabe quien soy al bajar las escaleras del sórdido local, y empieza a gritar que soy policía. Es falso pero eso pone a los chulos contra mi. Ahora me acuerdo del "sin depender de los riesgos", me encanta esa frase. Son buenos, pero se nota que viven influenciados por las películas de hollywood de lucha. con solo pequeños cortes en brazos y piernas, pero sin llegar a cernearselos, me libro de ellos. Pero el sospechoso huye por la callejuela adyacente.

Salgo corriendo tras el, ya no es igual que hace años, he perdido forma. Me queman los pulmones, me arden los músculos, se me derrite el cerebro. En un momento tan doloroso recuerdo el primer entrenamiento para los espadachines de la guardia nacional, mi primer entrenamiento en las fuerzas del ejercito. Sufro igual que entonces.

Solo esta a una brazada de mi. Él se piensa que esta a salvo, pero no soy policía como pensaba, ya no estoy en cuerpos de placa y leyes. Ahora soy parte del brazo fuera de la ley de los cuerpos policiales y de seguridad.

Saco mi katana y la lanzo, pero no a sus pies, no quiero pararlo. Cae al suelo gritando, se agarra el abdomen, como si eso funcionase. La hemorragia es inmensa, el corte le llega asta la columna. Paro a su lado, intentando tomar aire que me arde. Recojo mi katana, aun tiene parte de el pegada a su hoja. Una fuerte sacudida y su hoja esta limpia. Le miro mientras se retuerce de dolor. Y empiezo a hablar.

-Mi nombre es Brian T. Casey. Ex-hoja de la ira, fuerzas especiales de los estados confederados unidos. Por orden del juez Myzter, ha sido sentenciado a búsqueda, captura y sentencia máxima, por el asesinato de 125 personas en los últimos años. Por su brutalidad excesiva y crueldad, no sera sentencia rápida. ¿Algo que declarar?

El ruido que salen de sus labios sin fuerza, me dicen que no tiene demasiado que decir ya. Solo un corte certero, y se acabo.

Algunos conducen taxis, otros construyen edificios, otros salvan vidas, otros construyen espadas, yo las uso. Soy asesino, soy brazo fuera de la ley, el vehículo para poner ley a los que están fuera de ella en este mundo de acero. Soy un Freeblade.

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