18/2/07

Cuando el instinto natural fluye.


Has visto caer una gota. La has visto deslizarse por la ventana. Has visto como golpeaba contra el alfeizar y empezaba un nuevo curso. Siguió por el lado hasta llegar al borde. Callo dentro de la casa. Bajo por la pared y acabo en el escritorio. Se junto con las demás gotas que la lluvia formaban y el chorro de agua empapo tu cartera, escritos, fotos y trozos de papel con cosas apuntadas. Pero ahora no te lamentes. Si hubieses cerrado la ventana, otra cosa baria sido. No puedes predecir hacia donde caerá la gota de agua, ira la brisa del aire, tornaran y alcanzaran las llamas del fuego. Nada es predecible cuando el factor de la naturaleza se manifiesta, ya sea en una gota de agua, o en un acto de una persona racional. Somos racionales pero también seguimos teniendo el factor de la naturaleza corriendo por nuestras venas. Podemos cambiar como el viento, unirnos para hacernos fuertes como las gotas o arrasar todo en un ataque de ira como el fuego mas violento. Y acaso es algo malo. Acaso encarcelar ese factor natural es bueno. No es bueno dejar libre ese aspecto siempre, por nuestra naturaleza social. Pero de vez en cuando ha de salir. Ha de fluir a través de todos los poros de nuestra piel. Debemos sentir como se mezcla con nuestra sangre, con los ácidos del estomago, con cada partícula de nuestro sistema nervioso. Como lo exudamos, lo respiramos y lo exhalamos creando una atmósfera diferente. Como se extiendo por nuestros músculos y huesos haciendo que nuestro cuerpo responda a nuestros impulsos. Se extienda por nuestra retina dando una mirada diferente del mundo, por muestro cerbero haciéndonos uno con el mimo impulso. Pero después de que haya pasado, debemos recoger todo ese impulso del cuerpo y encerrarlo en alguna parte recóndita de nuestra mente. Para volver a ser lo que esta sociedad nos dicta.

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