9/5/07

Justicia, puede ser algo relativo.



Camino, las gentes pasan a mi lado. Sigo una dirección un destino marcado, la nada. Mi gabardina esta empapada de la fuerte lluvia que cae, pero no me protejo de ella. Me resbala por la cara y el pelo que se me pega a la cara. Ya e repasado los errores de mi pasado. Y miro las soluciones del pasado. Noto un dolor punzante en mi costado. Puede que sea mi conciencia, o el intento navajazo de ese tipo hace unos días. Fue una pena gastar cuatro de mis preciadas balas en un tipejo así. Diría que se ha llevado un buen recuerdo de mi cara atravesada por esta vieja cicatriz, pero donde fue dudo que le dejen llevarse recuerdos.
Noto el frió como entra de fuera y se une al que me produce mi Colt 45. Menos mal que he llegado a mi destino o tendría q abrirme la gabardina y que la gente viese quien soy. Un edificio alto de oficinas. Al entrar dos guardias y un detector de metales. Me da pena dejarles inconscientes, antes de pasar el detector que suena como un diablo, se despertaran con un tremendo dolor de cabeza.

Planta numero 10, tercera puerta a la derecha. Buenas indicaciones. Al entrar ay una secretaria sentada en la mesa en postura juguetona y un orondo cerdo embutido en un traje de Emilio tucci detrás de su mesa babeando. Este es el momento. Abro mi gabardina y enseño mi vieja Colt 45 con los cargadores extra alrededor en mi cinturón. Pero lo que mas pánico le da al cerdo no es eso, es mi camiseta con una mano roja extendida. Le enviamos cartas, le avisamos pero el no quiso dejar de hacerlo. Somos la justicia por los niños que uso como objetos, de los desfalcos y de el trafico de drogas que encubrió.

Ella sale corriendo del despacho, la dejo ir, es inocente. Agarro el mango de mi arma, frió acero contra mis guantes de cuero. El cerdo se levanta, pero eso solo hace que su oronda panza esta a mi disposición. Un tiro y se estampa contra el póster de su gran compañía, otro y su cabeza se abre como un melón. Me acerco a el. Cojo su mano, la unto en la sangre del suelo y hago la marca de la mano extendida en un trozo blando de la pared. Guardo mi arma aun caliente en su guarida del costado, salgo y cierro la puerta.

Diez plantas, una salida que aun suena con sus detectores y la fría calle lluviosa. Camino entre esa multitud, me vuelvo como ellos despreocupado, no me podrán pillar. La justicia esta servida como dice mi jefe.

Puede que halla echo mal, que sea un vil asesino, que sea solo un mercenario mas. ¿Importa eso algo? Un cerdo menos en la ciudad, pero aun quedan muchos que esperan a su san martín en sus despachos. Así que no he de descansar demasiado.
Mañana toca mas matanza...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

joder bro... me has dejado asi :-o

stos relatos cortos te quedan delujo men... sigue cn ello...

nos vemos, y a ver si me escribes en el flog la próxima...agur

lavozabsurda dijo...

Humanssss every way, there are humans every way, ohhhh humansssssss.....
(venganza?rencor?odio?violencia?un estilo de vida por pocos compartido? todo eso y mucho mas...Viva la mano roja!!!)